MI VIEJA
CASONA
José Manuel Florenti
En el
estío de la tarde y a la sombra de la higuera
Tu
recuerdo viene a mí con olor a madreselvas.
Patio de
nuestros juegos de las risas y el cantar
Sueños de
tiempos idos, dolor y felicidad.
Los verdes álamos
plantados por la mano de papá
Aplauden al
son del viento en tardes de soledad.
El abuelo con
su pala, riega, riega sin cesar. El agua
Corre a su antojo
por los surcos del rosal. Flores que la abuela
Plantó un
día, en sus tardes de sol y paz.
Una veintena
de niños esperan “el golpe del agua”,
Que del Río
lejano viene, por el rajo del canal…
Las risas de
los infantes, fantasías sin final,
Pregonan a
grandes voces del mañana que vendrá.
La Casona de
adobes añosos ha resistido una eternidad,
Vendavales,
terremotos no la han podido derrotar,
Viendo pasar
el tiempo, mientras crece la ciudad,
Decenas de
primeros llantos y también lágrimas del final,
Son su tesoro
más fuerte en el tiempo pasado ya.
Bajo la luz
de luna llena y el sol de amanecer,
Fue el raudo
tiempo pasando dejando atrás la niñez;
Ya dos
hermanos se fueron porque así lo quiso Dios.
En el camino
a la tumba en la casa se detuvieron,
Despidiéndose
de sus recuerdos y la vida que pasó
Soledad y
Sigisfredo ya son dos seres sin voz.
Ellos han
dejado en la tierra, un humano corazón.
La vieja
Casona de adobes a Vulcano sucumbió
Solo vive en
los recuerdos de aquellos ancianos hoy,
Que
aún viven pendientes de su historia que pasó.
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