Bajo la calígine urbana,
duerme el niño y su candor
yace la madre inquieta;
trabaja la sinrazón.
Es la ciudad que de noche
se revuelca de dolor,
que se queja por falta de pan,
que se muere sin amor.
Sisea el viento entre el vaho
producto de la tensión
de luchar por sobrevivir,
entre los hombres sin Dios.
Perdemos nuestros principios
inculcados con valor
por esos viejos humanos,
que hoy son historia sin voz.
Extraviamos en el tiempo
lo que tanto nos costó;
por lo que tanto luchamos:
¡Que era el estar bien con Dios!...
(Poema seleccionado en España)
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